La evolución del mejor amigo del hombre

40.000 años hace desde que el perro fue domesticado por primera vez, o al menos eso es lo que dicen ahora los expertos. Para quien no lo sepa, esta es una afirmación o un descubrimiento novedoso pues, hasta ahora, se pensaba que los hombres domesticaron a los perros hace unos 16.000 años. ¿Y qué es lo que han encontrado para hablar ahora de casi 35.000 años más? Pues unos análisis que se le hicieron a los huesos de un ancestro común de lobos y perros que vivió en Siberia hace unos 35.000 – 40.000 años.

De lo que se trata es de saber cuándo y dónde estos animales fueron perdiendo, o abandonando, sus instintos depredadores y se adaptaron a vivir con los humanos, y este dato es algo que aún ahora, por muchas conjeturas que se hagan, no se conoce.

Según el artículo publicado en “Muy interesante”:

Los autores del estudio creen que las poblaciones de lobos debieron permanecer intactas, sin entrar en contacto con humanos, durante mucho tiempo. La investigación tomó cuerpo después de que fuera hallado un pequeño hueso en la península de Taimyr, en Siberia. Cuando los científicos analizaron su genoma, descubrieron que se trataba de un lobo de 35.000 años.

Según algunos estudiosos y antropólogos, la teoría que más se baraja es que fueron los lobos quienes se acercaron al hombre y no al contrario. Esto se basa en que los lobos debían vivir no muy lejos de donde lo hacían los humanos, pues comían presas similares, lo que significa que conocían su existencia: veían sus hogueras en la distancia, olerían la carne de mamut que asaban e incluso es posible que esperase agazapados a que el campamento cambiase de lugar para comerse los huesos y los restos que los humanos habían dejado. Así que, según esta teoría, cuando los tiempos empezaron a ser más duros con la última glaciación, es posible que los lobos empezaran a seguir a alguna tribu humana porque vieron que con ellos era más fácil conseguir alimento, y este pudo ser el principio de una gran amistad.

Esta teoría vendría a decir que la película “Alpha”, estrenada el año pasado en cines, no va tan desencaminada cuando explica cómo un joven Neolítico que se queda apartado de su grupo acaba entrando en contacto con un lobo que pierde también el contacto son su manada.

Los perros, aprendieron a leer gestos, a anticiparse a nuestros pensamientos, a reconocer la sonrisa, el tono de voz y, por supuesto, aprendieron a querernos.

Takefumi Kikusui, de la Universidad de Azabu, demuestra que la mirada mutua entre un perro y su dueño aumenta en ambos la cantidad de oxitocina en el cerebro. La hormona del amor, que se segrega, por ejemplo, cuando una madre y un bebé se miran. Kikusui cree que los primeros perros copiaron este comportamiento para formar parte de su nueva familia humana.

Ese amor es recíproco

Hoy en día, son miles las familias que tienen mascota en casa y de todas esas familias, casi todas aseguran que, más que una mascota, es un miembro más de su unidad familiar. Los perros, hoy en día, llenan vacíos en las casas, son nuestros amigos, nuestros confidentes y nuestros “hijo” en algunos casos, y por eso no es de extrañar que les demos tantos cuidados como nos damos a nosotros mismos.

De hecho, hoy en día, no solo se cuidan sus necesidades básicas, y tampoco cuidamos solo su salud básica, sino que les damos ciertos tratamientos que antes se consideraban impensables para ellos. En Caanes, centro veterinario en Alicante, ofrecen una serie de terapias consideradas “de lujo” para los animales y los explican de la siguiente forma: “si ellos dan la vida por nosotros, ¿por qué no íbamos nosotros a mejorar su calidad de vida?” Así pues, cuentan con acupuntura, alimentación natural, fitoterapia, ejercicios terapéuticos, tuina, rehabilitación y mucho más, todo encaminado a que nuestros “amigos peludos” estén lo más sanos posible.

¿Por qué habríamos de ver este tipo de servicio para animales como algo raro o excepcional? Llevamos compartiendo la vida con ellos, según estos nuevos estudios, alrededor de 40.000 años, nos han servido, han trabajado para nosotros, nos han dado todo lo que tenían e incluso nos ayudan cuando estamos enfermos o cuando nos falta un sentido como la vista así que ¿por qué no?

Ellos cambiaron su forma de ser, incluso su aspecto por nosotros. Según los expertos, para integrarse en los grupos de humanos, los lobos cambiaron sus costumbres, su apariencia física (cráneos, dientes y garras se hicieron más pequeños; las orejas perdieron rigidez) y generación tras generación, el aspecto de los lobos se hizo menos fiero e intimidatorio, y los aullidos se transformaron en ladridos.

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