El origen del buceo

¿Desde cuándo buceamos? Puede que muchos de vosotros estéis pensado en cuando un humano se metió por primera vez debajo del agua con una bombona de óxigeno, o bolsa de aire, para poder bucear durante un buen rato bajo el agua, incluso otros de vosotros pensaréis en cuándo fue la primera vez que un humano ideó algo similar a un tubo para poder respirad mientras bucea por la superficie, tipo snorkel. Pero no, la primera vez que el ser humano buceó fue, por supuesto, buscando comida, y de esto hace miles de años.

Es posible que los primeros humanos se preguntaran por curiosidad que podría haber debajo del agua y decidieran sumergirse a observar, entonces descubrieron nuevos alimentos y objetos, y de ahí ya devino todo lo posterior.

Las primeras evidencias de que los hombres prehistóricos buceaban la tenemos en que hay joyas de nácar y perlas elaboradas 4000 años antes del nacimiento de Cristo, es decir, hace unos 6.000 años, pero lo más clarificante es un bajorrelieve datado del 800 a.C. donde podemos ver a Asurbanipal II buceando.

El buceo con escafandra, una modalidad en al que el humano bajaba al fondo marino con una especie de escafandra y un caso conectado a la superficie por un tubo desde el que recibía aire, no se desarrolló hasta la segunda mitad del siglo VXIII. Desde entonces se buscó la autonomía, es decir, poder respirar bajo el agua sin tener que estar conectado a la superficie de ninguna manera ya que esto limita mucho los movimientos del buceador, y aunque algunos inventos a principios del siglo XX lograron avances, algo limitados, no fue hasta 1942 cuando Émile Gagnan, un ingeniero, adaptó un regulador previo que un existía y que podemos leer en Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne, haciéndolo más pequeño para poder usarlo en motores de automóviles. Posteriormente, ese regulador sirvió a Costeau como base para conseguir un sistema de respiración subacuática que concediera plena autonomía al buceador.

En 1957, con un equipo fabricado por la empresa Nemrod permitió al barcelonés Eduard Admetlla i Lázaro sumergirse hasta los 100 metros de profundidad estableciendo así un nuevo récord mundial. Partiendo de este invento se han realizado muchas mejoras e innovaciones tanto en diseño como en la calidad del equipo de buceo, pero el principio básico permanece. Sorprendentemente, esta tecnología se ha mantenido casi sin cambios durante más de cincuenta años.

Curiosidad innata

Pero ¿por qué necesitaba el ser humano llegar hasta esas profundidades? ¿Cuestión de alimentos? No, para nada. El ser humano es curioso por naturaleza, como los gatos, y si hay algo que desconoce hará todo lo posible por conocerlo. De ahí que hoy en día estemos hablando también de nuevos lugares por descubrir en el Espacio, a pesar de que el fondo marino aún está muy virgen en algunas áreas.

Hoy por hoy, según Puerto Buceo en Cádiz, se estima que solo hemos explorado un 5% del océano. Es decir, que aún queda un 95% inexplorado, aunque al paso que vamos contaminando y destrozando el planeta es muy posible que si alguna vez llegamos a explorar el 100% ya no encontremos casi nada.

Los mejores lugares para practicar buceo

Antes de nada hay que explicar que, aunque no es lo mismo bucear en agua dulce que en agua alada (sobre todo por el peso de nuestro propio cuerpo y del equipo), cuando se habla de buceo mucha gente piensa directamente en el mar, y hay áreas subterráneas de agua dulce e incluso lagos inmensos que son dignos de ser buceados.

Personalmente he estado buceando en el Embalse del Taibilla, un lugar precioso tanto para este deporte como para el senderismo y en el embalse de Iznñajar, también perfecto para practicar kayak o pádel surf. En el primero me alojé en El Cortijo El Sapillo, en el segundo fui con una actividad organizada muy recomendable.

¿Diferencias? Pues sobre todo el peso del que hemos hablado, que dificulta mucho el buceo, sobre todo en los movimientos, y el ascenso a la superficie, aunque tampoco hay que llevarse las manos a la cabeza porque es totalmente posible aunque no seas un experto. Simplemente hay que estar prevenido para no asustarse a la hora de volver a la superficie pensando que ocurre algo extraño.

En Sevilla, cuando estuve de visita turística también me enteré de que hay tramos en el Guadalquivir que además de ser navegables son perfectos para el buceo, aunque no tuve oportunidad de vivir esta experiencia.

Y, por supuesto, en lo que agua salada se refiere, encontramos los clásicos:

  • Indonesia
  • Islas Galápagos
  • Triángulo de Coral
  • Filipinas
  • Banco de plata
  • Palaos (Micronesia)
  • La Gran Barrera de Coral en Australia
  • Islas Salomón
  • Isla Holbox
  • Islas Canarias

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