Nos hallamos en un momento del año en el que la publicidad es bastante repetitiva, de hecho el tema y el concepto de los anuncios es siempre el mismo. Pero esto es algo lógico y normal por el hecho de que nos encontramos en un momento en el que las empresas quieren hacer caja como consecuencia directa de las navidades que aumentan el consumismo hasta cotas insospechadas.
Pero esto no quita para que nos hagamos a la idea de que existen anuncios televisivos que son arte gráfico. Y aquí vamos a abrir un paréntesis, porque cuando nos ponemos a hablar de arte estamos dando un salto al vacío hacia la boca del león volador de Salvador Dalí, aterrizando en el café de Van Gogh.
El arte no es un concepto abstracto, es un elemento tangible definido como la actividad o producto realizado con una finalidad estética o comunicativa, según la cual se expresan ideas, emociones y una visión del mundo, a través de recursos plásticos, lingüísticos, sonoros, visuales o mixtos.
Esta definición del arte es una de mis favoritas, ya que por un lado incluye los sentimientos y por otro lado la finalidad comunicativa. Ambos elementos son comunes con la publicidad, que está dirigida a promocionar, anunciar o fomentar un cierto comportamiento comercial dirigido a la obtención de un beneficio que puede ser económico (principalmente) o de otro tipo.
Los anuncios publicitarios se empezaron a utilizar desde hace milenios, ya que las antiguas civilizaciones como la romana o la egipcia tenían ciertas profesiones en sus sociedades en las que diferenciarse era elemento clave. Justamente como ahora, y es que la diferenciación de las características de un producto o servicio son más vitales que nunca para triunfar en un mercado saturado.
Pero quitando elementos históricos de la ecuación, lo que venimos a tratar es hoy es la composición de los anuncios, que pueden ser iconos de una década o de un cierto tipo de producto. E incluso pueden llegar a considerarse arte, justamente al igual que las películas, digno de ser expuesto en un museo.
Porqué se utiliza el arte en la publicidad
Para hacer cualquier anuncio hemos de partir de la base de lo que queremos comunicar, que principalmente suele ser una necesidad vinculada a un sentimiento con el fin de comprar un producto o servicio, o realizar una acción concreta. Para ello tenemos que sacar qué hay que transmitir y cómo transmitirlo.
Inconscientemente estamos siendo bombardeados por anuncios en sus diferentes tipos, y podemos tirar de este tipo de baúl de los recuerdos para inspirarnos. De hecho, hay algunos tipos de anuncios que son siempre los mismos. Tirando del baúl de los recuerdos recuerdo que Risto Mejide (un especialista en marketing) comentaba el motivo de porqué todos los anuncios de productos de limpieza del hogar eran los mismos, y la respuesta era muy simple, la fórmula funciona y no se toca.
Pues bien, el arte es un recurso de los que se saca inspiración para realizar anuncios, y parece fácil quedarnos con esta respuesta, pero se puede profundizar más y es lo que vamos a hacer mencionando un par de teorías que se estudian en los cursos de Marketing, siendo muy bien valorados los que ofrece Formatic Barcelona.
En primer lugar, existe una teoría de Aparición, Fernández Polanco y Asenjo, que considera que se recurre al arte para equiparar el anuncio a un estatus de prestigio, así como para reconocerse en la idea de lo bello y para contagiar la dignidad del elemento artístico al producto y al consumidor. Y es que como indica Almela, la publicidad ofrece al cliente el acceso a una experiencia concreta.
Por otro lado, existen las teorías de Eguizábal, Berger y Jiménez Martín, que opinan que el arte se utiliza para justificar una cierta característica que puede ser el precio, o para aumentar la seducción del producto o servicio al equipararla con el arte. De esta manera se recurre al arte para darle un toque de excelencia y exclusividad a lo que se anuncia.
En conclusión, el arte se utiliza para equiparar el producto a una idea de belleza presente en un elemento artístico, que permite al anunciante copiar características intrínsecas del elemento artístico, de cara a generar una sensación de exclusividad al consumidor. Pero a veces inspirarse en arte, hace que se genere otro tipo de arte.