Se acabó el verano y con ello hay una vuelta a la rutina. Vuelves a los estudios, al trabajo, a la vida ordenada. En los meses estivales te has relajado. Lo has pasado bien, pero has dejado de lado tus hábitos a cambio de prácticas menos saludables. Ahora te planteas corregirlo, quieres volver a comer bien, a hacer deporte, a dormir cuando toca. Es complicado. Las responsabilidades te absorben y casi no tienes tiempo para ti. Menos mal que la tecnología está de tu lado.
Y es que el buen tiempo anima a socializar. Pasamos más tiempo con nuestros amigos, viajamos más, hacemos más vida en la calle. Tendemos a trasnochar, a comer a base de tapas que nos ponen en las terrazas. Aunque sigues pagando la cuota, prefieres darte un garbeo por la playa que ir al gimnasio. En el trabajo o has estado de vacaciones o las cosas iban más tranquilas. Todo se acabó. A partir de septiembre se reformulan los objetivos. Hay que terminar el año alcanzando las metas fijadas. Eso que sucede a nivel profesional o académico, te lo planteas a nivel personal.
La web de Informativos Telecinco publica un informe que señala que los españoles aumentamos de peso en verano entre 2 y 3 kilos por persona. Al dejar de lado la rutina y llevar una vida más ociosa, sustituimos las actividades que realizamos el resto del año por comer, en eso ocupamos el tiempo. Tomamos el aperitivo a media mañana y se nos junta con la comida. Por la tarde nos tomamos un helado cuando falta poco para cenar. En realidad no da tiempo a hacer bien la digestión, nuestro estómago está todo el tiempo trabajando. A la realización de actividades extraordinarias, como puede ser hacer un par de largos en la piscina, que lógicamente ha supuesto un esfuerzo y nuestro cuerpo reclama una recuperación, respondemos con una ingesta desproporcionada de calorías.
En el mismo informe se señala, que según la Asociación de Cerveceros, entre junio y septiembre se consume el 30% de cerveza de todo el año. Una cerveza en lugar de quitar la sed deshidrata, por lo que nuestro cuerpo reclama más consumo de líquido. La cerveza aporta calorías innecesarias y abre el apetito, incitándonos a comer más. En verano se dispara el consumo de fritos y productos azucarados. Después de pasar varios meses intentando tener una figura esbelta para lucirnos en la playa, lo echamos todo a perder en cuestión de días.
Indicadores saludables.
Además del peso y la masa corporal, que aparte de tener un efecto estético, puede implicar riesgos cardiovasculares y respiratorios, otros indicadores que debemos considerar para alcanzar un correcto estilo de vida saludable son:
- La calidad del sueño.
Este indicador no hace referencia solo a la cantidad de horas que dormimos, sino que recoge variables como el tiempo que tarda una persona en dormirse, la calidad y cantidad del sueño REM (sueño con movimientos oculares rápidos fundamental para la consolidación de la memoria y el aprendizaje), la calidad del sueño profundo y la sensación del individuo al despertarse.
Una calidad deficiente del sueño implica déficit de atención, falta de concentración, disminución de los reflejos, sensación de cansancio, aumento de azúcar en sangre, hipertensión y reducción de las defensas del cuerpo.
El tiempo fijado socialmente de descanso para un adulto está cifrado entre 7 y 8 horas, aunque como hemos señalado, no es solo un problema de cantidad. La calidad del sueño puede verse afectada por procesos internos: una digestión, reacciones del cuerpo a agentes patógenos, una mala postura que no permite descansar; o por estímulos externos: ruido, destellos de luz, movimientos bruscos.
En estas situaciones, el sueño puede verse interrumpido o no realizarse en unas condiciones óptimas para tener un efecto reparador. Durante el sueño profundo nuestro cuerpo se encuentra en una situación de letargo en el que disminuye el ritmo cardiaco, la presión arterial y se ralentiza el funcionamiento del sistema nervioso. Se reconstruyen las reservas de glucógeno (una batería de nuestro cerebro que le permite actuar en momentos que requiere un funcionamiento más intenso) y limpia por dentro el organismo de desechos metabólicos.
Algunos consejos para mejorar la calidad del sueño son acostumbrar al cuerpo a dormir siempre a la misma hora, realizar actividad física durante el día, evitar las cenas copiosas próximas a la hora de dormir y retirar del dormitorio dispositivos electrónicos como televisiones, ordenadores y teléfonos móviles.
- Los niveles de estrés.
El estrés es un nivel de presión y excitación nerviosa motivado por la respuesta a un reto o exigencia extraordinaria que puede ocasionar episodios de ansiedad, angustia y riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares y enfermedades digestivas.
Existen tres tipos de estrés: El estrés agudo es el más habitual. Es pasajero, ocurre ante una situación puntual y tiene una corta duración. Puede provocar dolores de cabeza, malestar estomacal, sobreexcitación nerviosa y agotamiento. En el estrés agudo episódico la persona padece un estrés agudo de forma constante, varias veces al mes. Está sobrepasado por la situación y tienen sensación de impotencia. Es común que aparezca irritabilidad, mal humor, ansiedad y sobreexcitación. Y por último, el estrés crónico. Este se presenta una y otra vez durante un largo periodo de tiempo. Bloquea tanto a la persona que le impide acometer acciones que en circunstancias normales realizaría. Produce un desgaste físico y psicológico considerable que le puede conducir a la depresión, a experimentar episodios de crisis nerviosas e incluso sufrir ataques al corazón.
Para prevenir el estrés es bueno llevar una dieta equilibrada, realizar ejercicio y descansar bien. Hay que aprender a relajarse, por lo que se recomienda el uso de técnicas de meditación y realizar actividades que salgan de la rutina y nos permitan desconectar de ella. Pero sobre todo, es necesario aprender a gestionar las situaciones. Planificar nuestros recursos, delegar y pedir ayuda cuando sea necesario, y evitar que nuestras preocupaciones nos aparten de nuestros amigos y seres queridos.
La ayuda tecnológica.
Está claro que necesitamos tiempo para ocuparnos de nosotros mismos. Con la cantidad de compromisos profesionales, sociales y familiares que tenemos es difícil encontrarlo, y desde luego, imposible desconectar por completo de ellos. Es aquí donde entra la tecnología.
Las pulseras deportivas y los smartwatches te permiten realizar ejercicio sin desatender otras responsabilidades. Megahogar los califica como la mejor manera de mantenerse en forma y controlar tu estado de salud en tiempo real mientras sigues en contacto con tu día a día.
Se trata de dispositivos electrónicos con apariencia de un reloj digital que miden las calorías que estás quemando con tus ejercicios, el ritmo cardiaco y proporcionan información sobre la calidad del sueño y el nivel de estrés.
Disponen de GPS y están sincronizados con tus dispositivos móviles, por lo que puedes escuchar música en remoto, recibir mensajes, e-mails, notas de agenda y dependiendo de los modelos atender llamadas.
Las pulseras de actividad surgieron con una finalidad deportiva y sanitaria. Tenían un conteo de pasos y un medidor de distancias recorridas, registrando las pulsaciones por minuto y el nivel de oxígeno en sangre, y ofreciendo estadísticas y gráficos comparativos con otros datos memorizados.
Se rastreaban por GPS y estaban conectados con un centro de emergencia para atender anomalías que pudieran surgir. Cuando se producían, el centro daba aviso a los servicios sanitarios y a un teléfono de referencia facilitado por el usuario, normalmente de un familiar. En su mensaje facilitaban la localización exacta del suceso.
Las pulseras deportivas han desarrollado este modelo registrando procesos más complejos como la quema de calorías, la calidad del sueño o los niveles de estrés, ofreciendo una puntuación que el usuario puede interpretar con facilidad. Le permiten controlar el resultado de su esfuerzo y conocer su estado de salud en ese momento.
Están sincronizadas con su móvil y su correo electrónico, lo que le permite recibir notificaciones en tiempo real. Otra de las características que han desarrollado es su impermeabilidad al agua y al sudor y su resistencia a los golpes, lo que permite que sean utilizadas en cualquier actividad física y deportiva.
Los smartwatches o relojes inteligentes los comenzó fabricando Apple como teléfonos móviles de pulsera. Además de ofrecer la hora, disponía de conexión a wifi, cámara digital, reproductores de música y estaban sincronizados con un Smartphone, por lo que permitía atender llamadas. La idea partía de que dependiendo de la actividad que realizara, era más sencillo atender el teléfono desde el reloj que sacar el móvil.
Con el tiempo han ido recogiendo funciones que prestan las pulseras deportivas. Desde el smartwatch se puede monetorizar el ritmo cardiaco, la temperatura corporal o el resultado del ejercicio que se está realizando, al tiempo que se accede a todas las aplicaciones del móvil. En la actualidad todos los fabricantes de telefonía ofrecen este producto operando tanto en sistema Ios como Android.
La tecnología facilita que en tiempos tan complejos e interconectados como los que vivimos podamos practicar ejercicio y cuidarnos de llevar un estilo de vida más saludable, integrándolo en nuestro día a día.