Formas de presentar el queso manchego.

El queso manchego es un producto delicatessen que no puede faltar en nuestra casa. Solemos comerlo en lonchas triangulares extraídas de una cuña y presentadas en un plato. En este artículo te mostraremos otras sugerencias de presentación y formas de comer este queso apreciado mundialmente.

He de comenzar diciendo que en La Mancha, el queso manchego ha sido siempre una comida de pastores. “Con pan, queso y vino se anda el camino” – dice el dicho popular. Esto se debe a que los pastores, cuando sacaban a pastar al rebaño, llevaban en su morral una hogaza de pan, una cuña de queso y una bota de vino colgada al hombro. Cuando llegaba la hora de almorzar o tenían hambre, el pastor se sentaba en una piedra, abría su navaja, cortaba un poco de queso, lo depositaba sobre el pan y se lo llevaba a la boca. Para que el bocado no se atragantara, echaba un trago de vino de la bota y proseguía el camino.

En las casas manchegas nunca ha faltado una pieza de queso, generalmente semi-curado. Se cortaba en lochas triangulares y se servía para agasajar a las visitas o como entrante en las comidas del domingo, cuando se lograba reunir a toda la familia delante de una mesa. Aparte de eso, siempre ha sido una socorrida alternativa para cenar.

Con el tiempo, las cualidades culinarias del queso manchego se han extendido por todo el mundo. Esto ha dado pie a que aparezcan centrales queseras en La Mancha para abastecer la gran demanda de este producto. Sin embargo, no producen queso manchego propiamente dicho. Mezclan la leche de oveja con leche de cabra y de vaca. El producto es más suave y más económico, pero no es queso manchego.

Por suerte sigue habiendo productores que continúan elaborando queso artesano respetando una tradición que se remonta siglos atrás. Los maestros queseros de «Adiano», un queso manchego artesano producido en Ciudad Real, nos comentan que la clave para sacar un queso de calidad está en la materia prima. En este caso, leche de ovejas manchegas que se alimentan exclusivamente de las hierbas que encuentran en el campo, eso sí, sin mezclar con otras leches.

El resultado es un queso sabroso, potente y con personalidad. Te presentamos algunas sugerencias para degustarlo.

Tabla de quesos.

Dice el periódico Expansión que el queso manchego es uno de esos quesos que no puede faltar en una tabla de quesos que se precie. Pertenecería al grupo de quesos añejos o envejecidos que cierran la muestra.

Las tablas de queso se sirven sobre terraza o tabla de madera, por si es necesario cortar una porción, aunque hacerlo sobre un plato de porcelana redondo no desluce la presentación.

Una buena tabla de quesos está presentada en círculo o en serie. Al comienzo de la tabla, lo que sería las 12, si trazamos un círculo y nos guiamos por la forma de un reloj, pondríamos los quesos más suaves. La idea es ir aumentando de sabor y de intensidad a lo largo de la exposición, para ofrecer una experiencia gustativa al comensal.

La tabla se come siguiendo el sentido de las agujas del reloj. Comenzaríamos probando un queso suave como el Brie o el Camembert, continuaríamos con un queso firme como el Edam o el Parmesano, proseguiríamos con un queso azul para untar y cerraríamos con un queso añejo como puede ser el queso manchego curado.

Para acompañar la tabla es interesante poner en el centro del plato: mini-tostadas, que nos ayudarán a servir los quesos para untar, frutas como arándanos o uvas, que combinan bien con los quesos suaves y regañas para los quesos más consistentes.

Tacos de queso.

El queso manchego se puede cortar en lochas triangulares provenientes de una cuña o en tacos, que vendrían a ser cubos. Con las lochas se degusta mejor la textura y el sabor del queso. Los tacos tienen la ventaja de que se corresponden con un bocado y que son más fáciles de cortar. Para cortar las lochas tenemos que procurar que sean finas y mantener el corte recto sobre la cuña, mientras que los tacos pueden ser irregulares.

Existen tres tipos de queso manchego, que se corresponden con su nivel de maduración. El queso semi-curado, el queso curado y el queso viejo. Todos se pueden cortar en tacos y presentar en un mismo plato para que la gente los pueda alternar al azar.

Podemos combinar los tacos de queso manchego con los de otro tipo de queso firme como el Gouda o el Chédar, ampliando el abanico de sabores.

Si optaos por cortar el queso en tacos podemos formar una corona circular con los dados de queso, distribuyéndolos por todo el contorno del plato y colocando en el centro trocitos de pan, uvas blancas o lonchas de tomate que combinan perfectamente con el queso manchego.

Queso frito.

El queso manchego también se puede cocinar. Este es un aperitivo que acostumbraba a preparar mi tía. Mi familia es de origen manchego. De un pequeño pueblo situado en el Campo de Calatrava, cerca de Almagro y de Valdepeñas.

Cuando bajábamos al pueblo un fin de semana o en vacaciones, para cenar, mi tía ponía un plato de queso frito junto a otros alimentos que había cocinado, como chorizo, lomo y un poco de verdura para desempalagar. Aquellas cenas consistían en que cada uno se iba sirviendo lo que quería de los diferentes platos.

El queso frito eran triángulos de queso manchego cortados gorditos, aproximadamente de un centímetro de grosor, rebozados con huevo y pan rallado, y que se freían en abundante aceite de oliva muy caliente. La fritura era de unos pocos segundos. El tiempo suficiente para que se dorara el envoltorio.

La peculiaridad del queso frito es que la acidez se pronunciaba, el sabor era intenso y, en cierta media, adictivo. Siempre daban ganas de repetir.

Croquetas de queso manchego.

La revista Hola nos recomienda utilizar el queso manchego semi-curado para elaborar unas croquetas diferentes. Es otra forma de utilizar el queso manchego, con la ventaja de que no necesitaras emplear mucha cantidad para darle sabor al plato.

Para hacer estas croquetas necesitaremos cortar el queso en tacos muy pequeños. Unos cubos más diminutos que los dados de parchís. La particularidad en la elaboración de estas croquetas es que cuando tengamos hecha la bechamel, cuando aún está caliente, le añadimos los tacos de queso manchego y lo removemos con la salsa. Es importante, en ese momento, apartar la sartén del fuego. No queremos que el queso se funda por completo. Es interesante que cuando comamos la croqueta encontremos tropezones.

Recomiendo que para enharinar las croquetas y freírlas dejemos reposar la masa varias horas. De esta forma, los taquitos de queso que no han terminado de disolverse, gana consistencia y ofrecen una textura interesante a la hora de comer.

Bocadillo de queso manchego.

Puede que no sea la forma más glamurosa de comer queso, pero si está bien hecho, es un manjar para nada despreciable. Es una opción interesante para almorzar, merendar o para hacer una cena informal. Siempre acompañado de una copa de vino tinto o de una cerveza bien fría.

Para hacernos un bocadillo de queso manchego es recomendable utilizar una barra de pan rústico y nunca de molde. El queso semi-curado y curado son los más adecuados para comer en bocadillo, el queso viejo tiende a desmoronarse al corte. Las lonchas triangulares las cortaremos a cuchillo, lo más finas posible y las depositaremos sobre el pan cubriendo toda la superficie.

El toque final es rociar sobre el queso, o sobre la miga de pan, un generoso chorro de aceite de oliva virgen. Esto realzará el sabor del queso y le dará un gusto especial al bocadillo.

Si queremos, antes de echar el aceite, podremos cubrir el queso con lochas muy finas de tomate.

Queso en aceite.

Esta es una forma tradicional de conservar el queso viejo por más tiempo. Consiste en sumergir la pieza de queso o las cuñas en una orza o en un bote de cristal lleno de aceite de oliva virgen. De esta manera, el queso aguanta indefinidamente.

El aceite acentúa el sabor del queso y le agrega un toque picante y ácido. El resultado es un tipo de queso apropiado para los amantes de los quesos fuertes. Lo habitual es sacar del recipiente la cantidad de queso que queremos comer y servirlo en un plato. Después lo comeremos acompañado de pan.

Una posibilidad que ofrece el queso en aceite es cortarlo en tacos e incorporarlos en ensaladas sencillas. Como puede ser una ensalada de tomate y cebolla, una ensalada con lechuga, aceituna y huevo duro o con corazones de alcachofa y encurtidos varios.

Agregar este queso a las ensaladas tiene el mismo efecto que si le añadiéramos queso azul. Cambia por completo el sabor del plato. Convertimos una preparación sencilla en un primer plato sabroso y saludable.

El queso manchego, además de su sabor inigualable, tiene la ventaja de que con un poco de imaginación, podemos degústalo de diferentes formas y con distintas presentaciones.

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